Los lamentables sucesos que vimos en el campo de Peristeri, con los metros, las presiones a los árbitros para provocar la suspensión encuentro, hechos instigados por los miembros de la banda criminal que devasta al fútbol griego y el plan infame del AEK FC para jugar y ganar el encuentro en los despachos, llevan a nuestra liga a niveles de 3ª División y a décadas en las que se apagaban las luces de los campos para que se suspendieran los partidos.
Es lógico que los fenómenos temporales extremos y las intensas lluvias que han afectado a la región del Ática causen problemas en los campos, como hundimientos del terreno, pero nadie podía prever que algunos utilizaran el metro para destrozar al desdichado fútbol griego.
Ni dieron tiempo para que el problema se solucionara, ni tampoco dejaron ninguna duda de que todo fue un montaje y que todo sucedió de repente. ¡Unos maestros de la observación!
Los que inauguraron su nuevo estadio con amenazas y chantajes para recibir el permiso necesario, saltándose por alto varias normas y cometiendo numerosas infracciones, sin la obligatoria estructura de metacrilato y otras medidas de seguridad requeridas, sin que ningún equipo les hiciera ninguna «protesta por terreno de juego inadecuado». Los que no tienen ningún interés por la seguridad de sus propios aficionados y ni siquiera hicieron el esfuerzo de investigar más sobre la muerte de dos de sus aficionados que quizas fueron debidas a los efluvios tóxicos de los gases lacrimógenos.
Se ve perfectamente la intención del AEK de ganar su segunda liga utilizando cualquier método ilícito con su nueva identidad fiscal, pero no hace falta que mande a 3ª División a todo el fútbol −de la misma manera en que algunos mandaron al AEK a 3ª División para evitar que pagara sus deudas−, ni tampoco que la liga tenga la suerte que corrió la Superliga 2, que la hundieron.
Que intente ganar su segunda liga con su nueva identidad fiscal en los campos, sin desmayos en el terreno de juego, sin gases lacrimógenos, sin interruptores electricos bajados.
No podemos creer que esta farsa siga en las instancias disciplinarias y que se sigan saliendo con la suya los que fueron al campo con la intención no de jugar sino de robar tres puntos en los despachos y jugar descansados la primera semifinal.
Consideramos inconcebible que se impongan los sastres con los metros (un modo inaceptable para medir con precisión) y que pierda el fútbol griego.
El Presidente de la EPO así como el Ministro competente deben posicionarse sobre toda esta lamentable farsa, sobre esta adulteración y manipulación de la Liga y TAMBIÉN de la Copa.
El árbitro Manujos, cuyas manos temblaban en la medición a causa de las amenazas, debe comparecer ante el Fiscal de Asuntos Futbolísticos y declarar con nombres y apellidos quiénes lo amenazaron y qué le dijeron que pasaría si no suspendiera el partido.
Consideramos lógico que el observador del encuentro que permitió a Yanis Papadópulos −un hombre sin autorización y que es el protagonista de la banda criminal en el fútbol− que se moviera ilícitamente por los vestuarios, por el túnel de salida y que obligara al árbitro a decretar el final del encuentro, que no vuelva a ser designado observador de la Superliga.
Consideramos que la Policía Helénica debe iniciar una investigación administrativa y que la autoridad fiscal competente abra una investigación para que sepamos cómo es que la Policía permitió que personas no autorizadas se pasearan por los vestuarios y qué hizo el responsable del orden cuando Yanis Papadópulos −que fue protagonista de los chanchullos e infracciones en las elecciones de la EPS (Asociación de Clubes de Fútbol)− el cual habla continuamente con árbitros, con toda la mafia del fútbol, que ocupa un puesto central en la banda criminal que devasta el fútbol griego, campaba a sus anchas por los vestuarios amenazando a los árbitros.
Por último, consideramos lógico que el partido se juegue con normalidad y que no se desprestigie el campeonato debido a las condiciones climatológicas adversas −contra las cuales no se puede hacer nada− y que las instancias disciplinarias no dejen que el fútbol se vea afectado irremediablemente con esta «vergüenza del metro».
