Transcurridas dos semanas y habiendo seguido fielmente las indicaciones de los médicos, me he sometido a la segunda prueba (prevista en el protocolo), en la cual he dado negativo. Durante este tiempo, me he quedado en casa, he leído, he hablado con amigos y conocidos, he visto muchas horas de televisión, he escuchado música, he navegado muchas horas por Internet viendo lo que ocurría en el resto del mundo y me he dado cuenta una vez más de lo frágil que es nuestro planeta.
Siento la necesidad de agradecer a los médicos del Sistema Nacional de Salud por sus cuidados e indicaciones. A los héroes de bata blanca y verde, que trabajan día y noche al servicio de sus conciudadanos. A los amigos conocidos o anónimos, a cada uno de ellos, por su amor sin límites, los miles de mensajes (además de letras de canciones) y su apoyo incondicional.
Además siento la obligación en estos momentos cruciales de transmitir un mensaje, a partir de mi experiencia personal de estos días. Debemos quedarnos en casa, para protegernos a nosotros y a nuestras personas queridas. Quedándonos en casa creamos un potente seguro para nosotros mismos y rechazamos la “invasión” del virus. Quedándonos en casa blindamos el conjunto de la sociedad, a la mayoría, a la salud pública y restringimos la propagación del coronavirus. Por esta razón, hay que dejar de lado las frivolidades y las iniciativas personales. Hace falta disciplina y total cooperación con las autoridades y la comunidad médica.
Una vez más, he recordado lo que dijo el gran escritor griego Nicos Kazantzakis: “La piedra, el hierro, el acero, no resisten. El hombre resiste”. Tengamos disciplina y seguro que resistiremos. Saldremos más fuertes como seres humanos, pero también como país. Nuestra salud está exclusivamente en nuestras manos. Que estemos todos bien y seamos fuertes.