Partido por la vida, jornada nº 16. El Olympiacós ha disputado muchos e importantes partidos en su historia. Pero el que disputa desde el día 4 de este mes se desarrolla a diario y constituye sin lugar a dudas uno de los más importantes de su historia. Estamos hablando por supuesto del apoyo a pulso por la vida que están echando los refugiados. Y hoy también, por 16º día consecutivo, el Olympiacós está al lado de todas personas que luchan por un futuro mejor.
El equipo rojiblanco, lleno de amor y solidaridad, estuvo otra vez ahí donde hacía falta. Ahí donde su historia y ética le reclama. En el puerto. Al lado de personas necesitadas. En conjunto, se han repartido 3.100 raciones de comida a refugiados de toda edad y condición a cargo del mayor club del país.
Durante algunas horas en la tarde del sábado, los miembros de la delegación rojiblanca repartieron comida a la gente que se sintió reconfortada al ver cómo el Olympiacós sigue estando ahí. Todo esto en las puertas de entrada al puerto, principalmente en la E2 que es donde se concentra la mayor cantidad de gente.
Y no es solo la comida, que es de vital importancia. El Olympiacós hace lo que puede para mantener a esta gente protegida del frío pues las condiciones climatológicas no son todavía las mejores. Se repartieron también más de 3.000 artículos de vestir (gorros, jerséis, chaquetas etc.) para que pequeños y mayores se sintieran más calientes.
También el Olympiacós se ocupa de los refugiados de menor edad. Por dura que la realidad sea, se soporta mejor mediante el juego. Y los niños necesitan jugar. Las pelotas que se han repartido y continúan repartiéndose continuamente por parte de la Leyenda, ayudan a los chavales a olvidarse un poco de la realidad. Cada día se disputan partidos. Las diminutas estrellas del deporte lo dan todo, con el azul del mar de El Pireo como fondo y junto a los gigantescos barcos.
No son refugiados mientras dure el juego. No están lejos de su casa. Mientras den patadas a la pelota, todo va bien y sonríen de corazón bajo la atenta mirada de sus padres que vigilan que todo vaya bien. Claro que los mayores participan también en el juego. Son también niños, un poco mayores que los demás.
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